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Expediente Keisy Cabal (incompleta)
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Expediente Keisy Cabal (incompleta)
Keisy ID
EDAD | KEI
VAMPIRO | AKELARRE
P. SEXUAL | OCUPACIÓN
CHICANA | AKELARRE
OC | ORIGINAL
VAMPIRO | AKELARRE
P. SEXUAL | OCUPACIÓN
CHICANA | AKELARRE
OC | ORIGINAL
psychology
Descripción psicológica de un mínimo de 10 líneas completas.
history
Al estirar el brazo, su mano choco contra una botella vacía de cerveza que hizo colapsar cuál hilera de fichas de dominó, un montón de latas y envoltorios. Keisy abrió los ojos, justo a tiempo para ver cómo una cajita de comida china a domicilio dejaba caer lo que quedaba de su contenido sobre la alfombra junto a ella. La chica, intentó volver a cerrar los ojos y engañarse con que seguía dormida, ya llevaba un par de horas así, sin voluntad para estar despierta y demasiado descansada para volver a dormir. Era prácticamente la misma historia desde hacía unos 20 o 30 años quizá. Suspiró enfadada y volvió a abrir los ojos, desde donde se encontraba, en una esquina en lo profundo de la cueva, podía ver casi todo a su alrededor. Árboles que habían crecido dentro de las grietas, libros, revistas, velas, botellas, frascos, ropa...poco se había movido desde la cacería que la había dejado sola en su propio nido. "Algún día debería limpiar eso" pensó, mientras con el dedo índice de su mano derecha acariciaba el pelo de la alfombra, movimiento del que nació una robusta nube de polvo que la hizo sentarse de golpe. -Agh- dijo, con disgusto, y su voz inundó el lugar. Esa era la primera cosa que odiaba experimentar al despertar, el silencio. Después de permitirse despertar bien, Keisy buscó a su alrededor el Discman que había dejado prendido durante la noche y algunas pilas que aún sirvieran. Mientras sus manos movían y aventaban cosas de lugar, un pensamiento la llenó de horror, alguna pila podría haberse ido abajo de las alfombras que de encontraban distribuidas por el piso de la caverna, y si tenía que levantarlas, que iba a ver?.
Estaba viva, suponía, pero cómo?
Era 3 de febrero de 1959, el día había sido tan aburrido como cualquier otro. Keisy se había presentado temprano en la mañana al restaurante del pueblo, para tomar todas las órdenes de desayuno, salvo la del señor Wright, que demandaba todos los días, que lo atendiera una mesera americana. La comida había sido servida, cobrada, el lugar limpiado y de nuevo atendido para la hora de la comida, y una vez más, todo el servicio se había completado para dar paso a los pocos clientes que frecuentaban el lugar en la noche. La mayoría hombres solos que no tenían por cualquier razón, quien les cocinará en casa. El trabajo en el restaurante jamás habría tenido un impacto importante en Keisy, de no ser por aquella noche en que un grupo de jóvenes llegó a cenar, haciendo un tremendo escándalo que dejó a todos los presentes indignados con los modos de la esa juventud que le gustaba el rock n roll, para colmo, uno de los chicos era evidentemente nativo americano pues en ese entonces, solo ellos se atrevían a llevar el pelo largo. La irrupción de éste personaje en particular, desató una controversia en el pequeño comedor, sobre si se podía o no servir a "pieles rojas" en el lugar. En un pequeño pueblo como ese, en 1959, ya era ganancia que Keisy siendo chicana, pudiera servir, pero estar del lado del cliente, eso ya era pedir demasiado.
De tal forma que lo que empezó como un comentario muy mal intencionado de un comensal, subió rápidamente de tono entre el cliente y el dueño del lugar y Keisy, que nunca supo quedarse en su lugar, terminó dejándole caer "accidentalmente" un vaso de agua a el cliente en cuestión, cosa que le valió un regaño monumental, pero también le ganó una cita con Billy, el de hecho Apache por quien toda la discusión se había desatado y que en ningún momento se había ocupado en contestarle a su agresor. Ahora a una semana del incidente, Keisy se había preparado para salir tan rápido como le fuera posible del trabajo, para encontrarse con su nuevo novio. Subió a su viejo Packard azul, y antes de encaminarse a los muelles del lugar, se ocupó de sacar el ánfora que llevaba guardada en la guantera y terminar con media botella, esa era la única hora del día, en que Kei se sentía viva y no conocía una mejor manera de disfrutarlo que bajar toda la ventana del coche, y conducir a la máxima velocidad que ave azul le permitía, siempre que tenía oportunidad cerraba los ojos y se permitía pensar, que así se debía sentir volar.
Morir es fácil. Nacer es lo que es un golpe de suerte, pero morir...eso lo haces hasta distraído. Lo que es jodido, es ese instante en el que te das cuenta de que para nacer tuvieron que hacerle cesárea a tu mamá porque te enteraste el cordón, que tu papá te abandono de bebé porque tenía otra familia que al parecer era mejor, que nunca fuiste en la escuela y ni siquiera servías para ser porrista porque eras de una raza inferior, que por más que demostraras que serías un excelente mecánico te habías equivocado de sexo, que incluso para servir comida había quien no quería que tocarás su plato, ah, pero para morir...ahí si lo hiciste bien Kei. Finalmente encontraste algo en lo que de veras eras buena. No, tampoco en eso era suficientemente buena, verdad? Porque estaba viva, suponía, pero cómo? Y porque el techo estaba tan cerca de su cara? Estaría alucinando?. Kei intentó darse la vuelta sobre la cama para poder sentarse y poner todo en perspectiva, pero al girar encontró que la cama en la que debería estar recostada, se encontrada mas de un metro por debajo de su cuerpo. El pánico la invadió de inmediato y mientras trataba de emitir alguna palabra, sus brazos y piernas se agitaban en el aire, dándole el aspecto de un insecto volteado sobre su espalda y tratando de recuperar su posición pero con mucho menos éxito. Billy entonces entró a la habitación, por primera vez ella lo veía desde arriba, pero eso no era de ninguna ayuda en el estado en el que estaba. Histéricamente Key intentó agarrarse de el, pero la seguridad que le brindaron sus manos tardó un instante, ya que la primera reacción que el tuvo al verla, fue echarse a reír.
"Duermes todo el día, festejas toda la noche, nunca te harás vieja, nunca te morirás". Para lo callado que era Billy, ese slogan lo podría haber convertido en un excelente agente de ventas. "Alguna vez ha considerado usted el vampirismo? Permítame dejarle un folleto". Kei siempre hacia esa broma cuándo alguien nuevo entraba al grupo, y contrario a lo que se pueda pensar, en realidad cada persona que se había incorporado tenía una razón de ser. Algunos, como Billy, eran cazadores naturales, las chicas por su parte garantizaban entradas a cualquier fiesta, casa o lugar, los de apariencia más joven e inocente servían para llamar la atención de mujeres, y luego estaba Keisy, que podía hacer todo, pero que se distinguía por su papel de mamá. Aunque originalmente se le había aceptado sencillamente por ser la pareja de Billy, quien tenía autoridad en el grupo por ser el más viejo, pronto Kei se distinguió por siempre preocuparse de que todos estuvieran bien. Ni siquiera se esforzaba, pero en verdad tenía la intención de procurar a quienes consideraba, la primera y única familia que había tenido en su vida. Desde luego, hablar de familia en relación a vampiros, poco tiene que ver con nuestra visión de papá, mamá e hijitos, y mucho más con la de una colonia de murciélagos, o una manada de lobos. Hay un lazo en común que les une a nivel primitivo, probablemente causado por el momento de la transformación, en el que el vampiro no sólo toma de la sangre de la persona a transformar, sino que se requiere que la persona bebé también de la sangre del vampiro, generando con esto un vínculo no sólo con quién le transformo ,pero también con quienes han sido transformados por el mismo vampiro, uniéndoles de forma psíquica para poder encontrar algún miembro extraviado, advertir sobre algún peligro o en el caso de vampiros especialmente longevos, el patriarca, por llamarle así, (por favor, entiéndase que el vampiro de mayor jerarquía puede ser no solo de cualquier género, sino que después de los primeros 100 años de vida, los vampiros suelen dejar de poner importancia a temas como ese o el de la orientación sexual, siendo una de las poblaciones sobrenaturales mas abiertas al tema) puede ejercer sobre su colonia un tipo de hipnosis que les roba de la capacidad de tener cualquier decisión propia, convirtiéndolos en una población de mente de colmena. La intención de esto, solía ser resguardarse en algún sitio y usar a la colonia para brindarle a el patriarca de alimento y cualquier comodidad que esté requiriera. Un claro síntoma de que el vampiro en cuestión había vivido demasiado y la parte de su mente que era humana, estaba en decaída, debido a todo cuanto había vivido y visto pasar. Coquetear con la inmortalidad podrá no tener un costo para el cuerpo, pero la mente, aunque vivida y técnicamente sana, no está diseñada para vivir perdida tras perdida y cambio tras cambio. El caso, desde luego no era ese en ésta situación, pero el vínculo es inquebrantable, esto es, a menos de que alguno de los vampiros involucrados muera, en cuyo caso, todos los vampiros de su colonia sentirán la muerte del otro como propia, si ésta idea suena cruel, le epitome del dolor vampírico, debe ser perder su pareja con quien comparten un vinculo doble, ya que para consumar una pareja vampírica el rito del matrimonio es completamente substituido por un intercambio de sangre durante el acto sexual.
Por alguna razón, con el temor, viene la curiosidad.
Keisy recorrió la orilla de la alfombra superior con la yema de los dedos, al llegar a la esquina, cerró los ojos. Quién sabe cuántos años habían estado esas alfombras ahí, mucho antes de que ella llegara, sin duda, seguramente alguno de sus hermanos o hermanas de la colonia los habían llevado de sus propia casa. Había sido una buena decisión, aunque los vampiros no sientan el frío, la cueva seguía siendo eso, una cueva de piedras, naturalmente tallada por el tiempo y quizá las olas que afuera se mecían, había cambiado alguna vez ese lugar. De cualquier forma, pasar más de una hora sentado directamente en la piedra, podía ser una auténtica tortura de no ser por todas las medidas que con los años se habían implementado. Almohadas, almohadones, cobijas, telas y desde luego de todo aquello lo único que se preservaba, las alfombras. Después de la cacería, Keisy debatió quemarlas con todo lo de más, pero no había encontrado forma de quitar por completo las manchas del suelo, pues la piedra absorbe la sangre de forma diferente que el mosaico o cualquier otro piso, y aún si nadie más las pudiera ver, ella sabía que estaban ahí, así como la sangre de las manos de Lady Macbeth, un perene recordatorio de la traición. A diferencia son embargo de la lady ensangrentada, Keisy no había tenido ninguna injerencia en la traición que había acabado con toda su colonia, pero la culpa de sobrevivir era igualmente enloquecedora.
El silencio se rompió con un sollozo. Keisy se sobresalto, había pasado tanto tiempo acallando su mente con música, que no reconoció su propia voz y cuando se reconoció se enfado consigo misma. Podía sentir como los recuerdos se le amontonaban en el pecho, subiendo hacia su cuello, amenazándola con hundirla y ahogarla en su propio dolor. Intentó tomar una última bocanada de aire, pero una enorme oleada de resentimiento la revolcó.
La día de la cacería, o tal vez deba decir, la semana anterior, Billy, Kei y la colonia en general, se habían entregado a lo mismo que todos los jóvenes en los 80s, una absoluta saturación de los sentidos, con la música más fuerte, el alcohol más barato, los colores más vistosos y la moda más escandalosa. Kei no lo podía negar, cada cambio de década le había gustado aún más, aunque la heroína de los setentas se había llevado gente que todos en la colonia habían coincidido en que habían sido terribles perdidas para la historia de la humanidad, e incluso habían desatado interminables conversaciones sobre si sería válido transformar a gente como David Bowie o Marc Bolan. Discusiones que nunca llegaron a ningún lado, porque en realidad eran demasiado caóticos para llevar a cabo un plan que de hecho rindiera frutos. Tal vez si a Billy en algún momento le hubiera parecido de verdad buena idea, el asunto se hubiera llevado acabo, pero su diversión era más sentarse a ver la vehemencia con la que Kei defendía que era más importante preservar la vida de David Johansen que de todos los Sex Pistols juntos. Esa semana, de cualquier forma, había sido diseñada para llenar de codicia por la vida vampírica a Sam, el más nuevo recluta de la colonia. Ni Billy, ni Kei, se había mostrado particularmente entusiasmados por su inclusión y eso les había ganado la acusación entre los más jóvenes, de estar prejuiciados contra el chico, solo por ser el primer blanco que el grupo podría llegar a tener. El resto de la colonia, era una absoluta diversidad de razas y colores, que en vida habrían tenido en común, haber sido echados de sus casas o huido por formas diferentes de desintegración familiar, pero era cierto, problemas como esos no se ceñían meramente a cierto grupo social, y sin embargo, la Billy y Kei, siempre dieron preferencia a los rechazados de entre los inadaptados. Con la aceptación de que tal ves si estaban rechazando al chico por un mero asunto de color, Billy aceptó en silencio y Kei decidió tomar el doble de lo que generalmente hacia, para acallar el instinto que cómo nunca antes, se le despertaba cada que veía a Sam.
El primera rayo de la luz en a mañana, se acompañó de un grito desgarrador que en segundos fue compartido por 12 vampiros más, Keisy se llevó las manos al pecho, despertando de su estupor en una confusión total. Billy salió de la cama sin mediar palabra y antes de que ella pudiera detenerlo, ya había trepado por la empinada entrada a su sub cueva y cerraba la entrada con el base de mármol de una estatua que había robado de un parque alguna noche de desmadre. Kei subió tras el, pero el vampiro se había encargado de que la entrada a lo que ellos consideraban su habitación quedara bien cerrada. Afuera reinaba el caos. En la cueva principal los 12 vampiros que quedaban intentaban defenderse de los cazadores, pero ya que era de día, sus movimientos eran torpes, pesados y los mas jóvenes apenas podían mantenerse despiertos, dos de ellos habían corrido hacía la habitación de Kei, pero en la histeria en lugar de jalar la piedra, la habían empujado atorándola mas. Cada muerte de la colonia la sentían todos, y al paralizarse de dolor, abrían la guardia para que se cazara a otro más, Billy fue desde luego el último, apuñalado con una estaca y expuesto al sol, mientras Keisy se rompía las garras contra la piedra de su habitación. Nadie supo que estaba ahí. Apenas había salido de el cuarto a la cueva principal, Billy se aseguro de romperle el cuello a Sam, el obvio informante. Fueron algunos días, o quizá la noche mas larga del mundo, hasta que Keisy pudo salir. Se había quedado sola, sintiendo la muerte de cada uno, el dolor, la desesperación la eterna culpa y la ira de seguir viviendo. La cueva estaba bañada en sangre y la brisa marina ya se había llevado las cenizas de Billy hacía un tiempo ya.
El vacío en el que Keisy quedó, un vacío bañado en sangre y restos de su propia colonia, tomo tiempo en limpiarse. La chica variaba entre la intención de exponerse ella misma al sol o dar sepultura a lo que quedaba de sus amigos. La vida o mejor dicho existencia, que era lo único que le quedaba a Kei, se volvió un breve espacio en que el estado de conciencia era acallado por drogas, y la inconciencia se rompía con las memorias de cada muerte que volvía a sentir como suya. 30 años habían pasado de el horror de ese día. Keisy se había aislado por completo de cualquier contacto social que no le sirviera para el directo propósito de alimentarse, y esa noche en la cueva, se preguntaba si después de todo ese tiempo, las manches de sangre, absorbidas por la piedra, estaban aún indelebles como el trauma dentro de si. Su mano temblaba mientras con cuidado alzaba la orilla de la alfombra, cuando su vista fue cegada por una luz..
Estaba viva, suponía, pero cómo?
Era 3 de febrero de 1959, el día había sido tan aburrido como cualquier otro. Keisy se había presentado temprano en la mañana al restaurante del pueblo, para tomar todas las órdenes de desayuno, salvo la del señor Wright, que demandaba todos los días, que lo atendiera una mesera americana. La comida había sido servida, cobrada, el lugar limpiado y de nuevo atendido para la hora de la comida, y una vez más, todo el servicio se había completado para dar paso a los pocos clientes que frecuentaban el lugar en la noche. La mayoría hombres solos que no tenían por cualquier razón, quien les cocinará en casa. El trabajo en el restaurante jamás habría tenido un impacto importante en Keisy, de no ser por aquella noche en que un grupo de jóvenes llegó a cenar, haciendo un tremendo escándalo que dejó a todos los presentes indignados con los modos de la esa juventud que le gustaba el rock n roll, para colmo, uno de los chicos era evidentemente nativo americano pues en ese entonces, solo ellos se atrevían a llevar el pelo largo. La irrupción de éste personaje en particular, desató una controversia en el pequeño comedor, sobre si se podía o no servir a "pieles rojas" en el lugar. En un pequeño pueblo como ese, en 1959, ya era ganancia que Keisy siendo chicana, pudiera servir, pero estar del lado del cliente, eso ya era pedir demasiado.
De tal forma que lo que empezó como un comentario muy mal intencionado de un comensal, subió rápidamente de tono entre el cliente y el dueño del lugar y Keisy, que nunca supo quedarse en su lugar, terminó dejándole caer "accidentalmente" un vaso de agua a el cliente en cuestión, cosa que le valió un regaño monumental, pero también le ganó una cita con Billy, el de hecho Apache por quien toda la discusión se había desatado y que en ningún momento se había ocupado en contestarle a su agresor. Ahora a una semana del incidente, Keisy se había preparado para salir tan rápido como le fuera posible del trabajo, para encontrarse con su nuevo novio. Subió a su viejo Packard azul, y antes de encaminarse a los muelles del lugar, se ocupó de sacar el ánfora que llevaba guardada en la guantera y terminar con media botella, esa era la única hora del día, en que Kei se sentía viva y no conocía una mejor manera de disfrutarlo que bajar toda la ventana del coche, y conducir a la máxima velocidad que ave azul le permitía, siempre que tenía oportunidad cerraba los ojos y se permitía pensar, que así se debía sentir volar.
Morir es fácil. Nacer es lo que es un golpe de suerte, pero morir...eso lo haces hasta distraído. Lo que es jodido, es ese instante en el que te das cuenta de que para nacer tuvieron que hacerle cesárea a tu mamá porque te enteraste el cordón, que tu papá te abandono de bebé porque tenía otra familia que al parecer era mejor, que nunca fuiste en la escuela y ni siquiera servías para ser porrista porque eras de una raza inferior, que por más que demostraras que serías un excelente mecánico te habías equivocado de sexo, que incluso para servir comida había quien no quería que tocarás su plato, ah, pero para morir...ahí si lo hiciste bien Kei. Finalmente encontraste algo en lo que de veras eras buena. No, tampoco en eso era suficientemente buena, verdad? Porque estaba viva, suponía, pero cómo? Y porque el techo estaba tan cerca de su cara? Estaría alucinando?. Kei intentó darse la vuelta sobre la cama para poder sentarse y poner todo en perspectiva, pero al girar encontró que la cama en la que debería estar recostada, se encontrada mas de un metro por debajo de su cuerpo. El pánico la invadió de inmediato y mientras trataba de emitir alguna palabra, sus brazos y piernas se agitaban en el aire, dándole el aspecto de un insecto volteado sobre su espalda y tratando de recuperar su posición pero con mucho menos éxito. Billy entonces entró a la habitación, por primera vez ella lo veía desde arriba, pero eso no era de ninguna ayuda en el estado en el que estaba. Histéricamente Key intentó agarrarse de el, pero la seguridad que le brindaron sus manos tardó un instante, ya que la primera reacción que el tuvo al verla, fue echarse a reír.
"Duermes todo el día, festejas toda la noche, nunca te harás vieja, nunca te morirás". Para lo callado que era Billy, ese slogan lo podría haber convertido en un excelente agente de ventas. "Alguna vez ha considerado usted el vampirismo? Permítame dejarle un folleto". Kei siempre hacia esa broma cuándo alguien nuevo entraba al grupo, y contrario a lo que se pueda pensar, en realidad cada persona que se había incorporado tenía una razón de ser. Algunos, como Billy, eran cazadores naturales, las chicas por su parte garantizaban entradas a cualquier fiesta, casa o lugar, los de apariencia más joven e inocente servían para llamar la atención de mujeres, y luego estaba Keisy, que podía hacer todo, pero que se distinguía por su papel de mamá. Aunque originalmente se le había aceptado sencillamente por ser la pareja de Billy, quien tenía autoridad en el grupo por ser el más viejo, pronto Kei se distinguió por siempre preocuparse de que todos estuvieran bien. Ni siquiera se esforzaba, pero en verdad tenía la intención de procurar a quienes consideraba, la primera y única familia que había tenido en su vida. Desde luego, hablar de familia en relación a vampiros, poco tiene que ver con nuestra visión de papá, mamá e hijitos, y mucho más con la de una colonia de murciélagos, o una manada de lobos. Hay un lazo en común que les une a nivel primitivo, probablemente causado por el momento de la transformación, en el que el vampiro no sólo toma de la sangre de la persona a transformar, sino que se requiere que la persona bebé también de la sangre del vampiro, generando con esto un vínculo no sólo con quién le transformo ,pero también con quienes han sido transformados por el mismo vampiro, uniéndoles de forma psíquica para poder encontrar algún miembro extraviado, advertir sobre algún peligro o en el caso de vampiros especialmente longevos, el patriarca, por llamarle así, (por favor, entiéndase que el vampiro de mayor jerarquía puede ser no solo de cualquier género, sino que después de los primeros 100 años de vida, los vampiros suelen dejar de poner importancia a temas como ese o el de la orientación sexual, siendo una de las poblaciones sobrenaturales mas abiertas al tema) puede ejercer sobre su colonia un tipo de hipnosis que les roba de la capacidad de tener cualquier decisión propia, convirtiéndolos en una población de mente de colmena. La intención de esto, solía ser resguardarse en algún sitio y usar a la colonia para brindarle a el patriarca de alimento y cualquier comodidad que esté requiriera. Un claro síntoma de que el vampiro en cuestión había vivido demasiado y la parte de su mente que era humana, estaba en decaída, debido a todo cuanto había vivido y visto pasar. Coquetear con la inmortalidad podrá no tener un costo para el cuerpo, pero la mente, aunque vivida y técnicamente sana, no está diseñada para vivir perdida tras perdida y cambio tras cambio. El caso, desde luego no era ese en ésta situación, pero el vínculo es inquebrantable, esto es, a menos de que alguno de los vampiros involucrados muera, en cuyo caso, todos los vampiros de su colonia sentirán la muerte del otro como propia, si ésta idea suena cruel, le epitome del dolor vampírico, debe ser perder su pareja con quien comparten un vinculo doble, ya que para consumar una pareja vampírica el rito del matrimonio es completamente substituido por un intercambio de sangre durante el acto sexual.
Por alguna razón, con el temor, viene la curiosidad.
Keisy recorrió la orilla de la alfombra superior con la yema de los dedos, al llegar a la esquina, cerró los ojos. Quién sabe cuántos años habían estado esas alfombras ahí, mucho antes de que ella llegara, sin duda, seguramente alguno de sus hermanos o hermanas de la colonia los habían llevado de sus propia casa. Había sido una buena decisión, aunque los vampiros no sientan el frío, la cueva seguía siendo eso, una cueva de piedras, naturalmente tallada por el tiempo y quizá las olas que afuera se mecían, había cambiado alguna vez ese lugar. De cualquier forma, pasar más de una hora sentado directamente en la piedra, podía ser una auténtica tortura de no ser por todas las medidas que con los años se habían implementado. Almohadas, almohadones, cobijas, telas y desde luego de todo aquello lo único que se preservaba, las alfombras. Después de la cacería, Keisy debatió quemarlas con todo lo de más, pero no había encontrado forma de quitar por completo las manchas del suelo, pues la piedra absorbe la sangre de forma diferente que el mosaico o cualquier otro piso, y aún si nadie más las pudiera ver, ella sabía que estaban ahí, así como la sangre de las manos de Lady Macbeth, un perene recordatorio de la traición. A diferencia son embargo de la lady ensangrentada, Keisy no había tenido ninguna injerencia en la traición que había acabado con toda su colonia, pero la culpa de sobrevivir era igualmente enloquecedora.
El silencio se rompió con un sollozo. Keisy se sobresalto, había pasado tanto tiempo acallando su mente con música, que no reconoció su propia voz y cuando se reconoció se enfado consigo misma. Podía sentir como los recuerdos se le amontonaban en el pecho, subiendo hacia su cuello, amenazándola con hundirla y ahogarla en su propio dolor. Intentó tomar una última bocanada de aire, pero una enorme oleada de resentimiento la revolcó.
La día de la cacería, o tal vez deba decir, la semana anterior, Billy, Kei y la colonia en general, se habían entregado a lo mismo que todos los jóvenes en los 80s, una absoluta saturación de los sentidos, con la música más fuerte, el alcohol más barato, los colores más vistosos y la moda más escandalosa. Kei no lo podía negar, cada cambio de década le había gustado aún más, aunque la heroína de los setentas se había llevado gente que todos en la colonia habían coincidido en que habían sido terribles perdidas para la historia de la humanidad, e incluso habían desatado interminables conversaciones sobre si sería válido transformar a gente como David Bowie o Marc Bolan. Discusiones que nunca llegaron a ningún lado, porque en realidad eran demasiado caóticos para llevar a cabo un plan que de hecho rindiera frutos. Tal vez si a Billy en algún momento le hubiera parecido de verdad buena idea, el asunto se hubiera llevado acabo, pero su diversión era más sentarse a ver la vehemencia con la que Kei defendía que era más importante preservar la vida de David Johansen que de todos los Sex Pistols juntos. Esa semana, de cualquier forma, había sido diseñada para llenar de codicia por la vida vampírica a Sam, el más nuevo recluta de la colonia. Ni Billy, ni Kei, se había mostrado particularmente entusiasmados por su inclusión y eso les había ganado la acusación entre los más jóvenes, de estar prejuiciados contra el chico, solo por ser el primer blanco que el grupo podría llegar a tener. El resto de la colonia, era una absoluta diversidad de razas y colores, que en vida habrían tenido en común, haber sido echados de sus casas o huido por formas diferentes de desintegración familiar, pero era cierto, problemas como esos no se ceñían meramente a cierto grupo social, y sin embargo, la Billy y Kei, siempre dieron preferencia a los rechazados de entre los inadaptados. Con la aceptación de que tal ves si estaban rechazando al chico por un mero asunto de color, Billy aceptó en silencio y Kei decidió tomar el doble de lo que generalmente hacia, para acallar el instinto que cómo nunca antes, se le despertaba cada que veía a Sam.
El primera rayo de la luz en a mañana, se acompañó de un grito desgarrador que en segundos fue compartido por 12 vampiros más, Keisy se llevó las manos al pecho, despertando de su estupor en una confusión total. Billy salió de la cama sin mediar palabra y antes de que ella pudiera detenerlo, ya había trepado por la empinada entrada a su sub cueva y cerraba la entrada con el base de mármol de una estatua que había robado de un parque alguna noche de desmadre. Kei subió tras el, pero el vampiro se había encargado de que la entrada a lo que ellos consideraban su habitación quedara bien cerrada. Afuera reinaba el caos. En la cueva principal los 12 vampiros que quedaban intentaban defenderse de los cazadores, pero ya que era de día, sus movimientos eran torpes, pesados y los mas jóvenes apenas podían mantenerse despiertos, dos de ellos habían corrido hacía la habitación de Kei, pero en la histeria en lugar de jalar la piedra, la habían empujado atorándola mas. Cada muerte de la colonia la sentían todos, y al paralizarse de dolor, abrían la guardia para que se cazara a otro más, Billy fue desde luego el último, apuñalado con una estaca y expuesto al sol, mientras Keisy se rompía las garras contra la piedra de su habitación. Nadie supo que estaba ahí. Apenas había salido de el cuarto a la cueva principal, Billy se aseguro de romperle el cuello a Sam, el obvio informante. Fueron algunos días, o quizá la noche mas larga del mundo, hasta que Keisy pudo salir. Se había quedado sola, sintiendo la muerte de cada uno, el dolor, la desesperación la eterna culpa y la ira de seguir viviendo. La cueva estaba bañada en sangre y la brisa marina ya se había llevado las cenizas de Billy hacía un tiempo ya.
El vacío en el que Keisy quedó, un vacío bañado en sangre y restos de su propia colonia, tomo tiempo en limpiarse. La chica variaba entre la intención de exponerse ella misma al sol o dar sepultura a lo que quedaba de sus amigos. La vida o mejor dicho existencia, que era lo único que le quedaba a Kei, se volvió un breve espacio en que el estado de conciencia era acallado por drogas, y la inconciencia se rompía con las memorias de cada muerte que volvía a sentir como suya. 30 años habían pasado de el horror de ese día. Keisy se había aislado por completo de cualquier contacto social que no le sirviera para el directo propósito de alimentarse, y esa noche en la cueva, se preguntaba si después de todo ese tiempo, las manches de sangre, absorbidas por la piedra, estaban aún indelebles como el trauma dentro de si. Su mano temblaba mientras con cuidado alzaba la orilla de la alfombra, cuando su vista fue cegada por una luz..
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Coloca como mínimo 3 imágenes del personaje que usarás, recuerda que deben ir dentro de un Spoiler. Debajo del mismo debes colocar las habilidades o poderes ( si tiene alguno ) y sus gustos ( opcional ).
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